Presas y energía eléctrica: ejemplo de nuevos conflictos internacionales en seguridad ecológica

El agua, su posesión, sus diversos usos y abusos van a ser en el futuro focos de conflictos cada vez más importantes.

Ahora os proponemos una perspectiva de análisis sobre el agua y su utilización dañina para obtener energía en las presas.  Hacemos referencia a FP en lo que llama lista de aguas turbulentas.  En este caso se trata de aprovechar la fuerza del agua para obtener energía eléctrica y conflictos entre países colindantes, pero también entre actores no estatales como grupos indígenas, ecologistas, sociedad civil, veamos algunos ejemplos:

  • En Belo Monte, Brasil, Amazonas.  Enfrentados:  el gobierno de Dilma Rousseff, grupos indígenas, ecologistas y celebrities varias.  Se prevén alrededor de 500 kilómetros de tierras inundadas, el desplazamiento de 50.000 personas –en su mayoría población indígena– con los consiguientes efectos medioambientales y sociales.
  • Ilisu, Turquía.  Enfrentados:  El gobierno del AKP, kurdos, Siria, Irak y los amantes de los patrimonios culturales.  Afectará entre 50.000 y 78.000 personas, en su mayoría de etnia kurda y otras minorías. Algunos informes realizados sobre el terreno informan ya sobre la mala gestión a la hora de restablecer e indemnizar a los afectados por parte de las autoridades turcas. Además de las protestas sobre los efectos socioeconómicos y los temores medioambientales, la polémica se ha desatado porque la construcción de la presa se llevará a cabo en Hasankeyf, una ciudad de 1.800 años de antigüedad a orillas del Tigris, con la consiguiente pérdida de cientos de restos arqueológicos.
  • Myitsone, Birmania.  Enfrentados:  Gobierno Birmano, China, la premio Nobel de la Paz  Aung San Suu Kyi, la sociedad civil y el grupo étnico Kachín.  Las críticas se centran en el aumento de la violencia en el problemático Estado Kachín, donde se planea construir la presa, y el temor a la creciente influencia de China en Birmania. El proyecto podría ser uno de los factores que han vuelto inflamar en los últimos meses el largo conflicto que mantienen el Ejecutivo y los rebeldes kachín, según la organización Human Right Watch, puesto que este grupo étnico sería el más afectado por los efectos medioambientales y sociales de Myitsone. No solo la población kachín está en contra de la presa, la sociedad civil y la premio nobel de la Paz Aung San Suu Kyi se han sumado a las protesta. Argumentan que el proyecto viola la voluntad de los ciudadanos –que consideran este río la cuna de la civilización birmana– y alertan de cómo el país corre el riesgo de convertirse en una colonia china.
  • Gibe III.  Etiopía.  Enfrentados:  Los gobiernos de Etiopía y Kenia, la compañía italiana Salini Costruttori, bancos chinos, las comunidades indígenas y la Unesco.  Unas 500.000 personas podrían verse afectadas, desde al menos 8 tribus indígenas en Etiopía que viven en el valle del río Omo hasta unos 300.000 habitantes del Lago Turkana en Kenia, considerado patrimonio cultural por la Unesco y que se opone también al proyecto. Las obras de la presa comenzaron en 2006 y algunas organizaciones medioambientales occidentales acusan al Gobierno etíope de haber iniciado la construcción sin consultar e informar a las comunidades afectadas y sin valorar el enorme coste social y medioambiental. La presa reducirá en gran medida, según algunos estudios, el cauce del río Omo, del que el lago Turkana recibe el 90% del agua, poniendo en riesgo el sustento de pescadores y agricultores en una zona ya muy vulnerable a la sequía y los efectos del cambio climático.
En otra entrada anterior comenzábamos a hablar del concepto de seguridad ecológica del cual ha de formar parte el asunto del agua y los conflictos que acarrea.  Ahora que todas las naciones quieren reconfigurar sus conceptos de defensa (aunque lo hacen con el turbio interés de promover más el militarismo), es necesario que la sociedad civil y los grupos ecologistas se posicionen en este tema:  la interconexión del mundo de la ecología y del mundo de la seguridad y de la defensa.  Si no lo hacemos nosotros, lo harán ellos y si lo hacen ellos sabemos que el asunto va a ser más militarismo, más guerras y más muertos.  Los resultados serán los previsibles:  más conflictos internacionales en los cuáles la gente normal resultará muerta o sus bienes destruidos, además de que los que se benefician del militarismo y del comercio de armas.
El uso del agua es vital y, por lo tanto, los militaristas lo quieren militarizar (de facto o por ley) y se quieren apropiar de ser los únicos que propongan medidas para enfrentar los conflictos que surjan de su uso.  Otro paso más en la militarización social que va a avanzando paulatinamente.
Pero las cosas se pueden hacer de manera alternativa (Transformar el conflicto por el agua entre Israel y Palestina en una cooperación y desarrollo comúny es necesario que ecologistas y pacifistas nos reunamos para debatir cómo y para proponer a la sociedad alternativas.  Las bases de actuación que podemos aportar las ongs en estos conflictos son muy diferentes:
  • ética
  • noviolencia
  • cooperación y solidaridad
  • desarrollo humanitario
  • no nacionalismo
  • no al militarismo y a la violencia,
  • ecologismo social,
  • etc.

Todo ello para ir configurando las líneas generales, pero también prácticas concretas que definan, poco a poco, una nueva cultura de paz y de defensa.

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