
En un reciente artículo publicado por Pepe Beúnza con el nombre de «Alternativas a un ejército catalán: la Defensa Popular Noviolenta» y que nosotros hemos leído en la página amiga del grupo antimilitarista Tortuga, se propone una «Defensa Popular Noviolenta» como alternativa a las propuestas militaristas que ya han aparecido de construir un ejército catalán para cuando Cataluña consiga su independencia.
Comencemos por hacer un merecido elogio del autor, en realidad un conocido y activo militante de la objeción de conciencia al servicio militar y antimilitatista noviolento que abrió camino en tiempos de la dictadura y al que tanto debemos las generaciones posteriores, y de su intento de explicar que, frente a la visión tradicional de la defensa, basada en ejércitos con sus valores, estructuras y objetivos, cabe plantear otro modelo que no sólo no sea ni complementario ni un mero recurso de la táctica militar, sino alternativo, radicalmente alternativo, a la defensa militar y al sustento militarista que ésta viene a defender.
Nos gustaría, en este artículo, continuar la conversación con Pepe Beúnza y con todos aquellos que les interese el tema de las defensas alternativas.
La dificultad de ofrecer una visión alternativa de la defensa. La defensa social.
Es complicado hablar y popularizar la misma idea de que frente al apabullante imaginario militarista, cabe otro «desmilitarizado» pero que no sea puramente ilusorio e impreciso. O pensado para un mundo de ángeles (por tanto, fuera de nuestro mundo). Por eso, todo esfuerzo en esa línea es meritorio y, como tantas veces hemos comprobado en propia carne, poco agradecido.
En realidad, el planteamiento de una alterntiva a la defensa militar exige una mirada bien distinta de la propia idea de defensa y de lo que hay que defender. Como muy bien explica Pepe Beúnza, las cosas que deben ser defendidas poco tienen que ver con las cosas que son defendidas por los ejércitos y las patrias, con el territorio, con el status quo, …¡con la propia idea de seguridad militar!
Tiene que ver con la idea de seguridad humana, mas centrada en la dignidad de las personas, en los derechos humanos, en la lucha contra la injusticia y la violencia estructural, en la construcción de relaciones horizontales entre los pueblos, con la consecución de niveles aceptables de sanidad, educación, trabajo decente, oportunidades humanas de desarrollo y realización, respeto por el medio ambiente, etcétera.
Es por eso que el cambio de enfoque en el qué defender nos aleja de la idea clásica de defensa de las instituciones, del Estado, del territorio, y todas esas cosas y nos acerca más a la defensa de las relaciones sociales diferentes, fuera y desbordando el ámbito territorial, estatal, identitario,…
Y por ello es pertinente la reflexión que Pepe Beúnza pone en boca de un insumiso francés «explotado por el patrón, machacado por la policía, condenado por los jueces, he aquí mi patrimonio. Si se tata de hallar enemigos, a ellos los remito. La miseria es universal. ¿Por qué reivindicar una patria determinada?.» Genial.
La construcción de un discurso alternativo en materia de defensa
Tradicionalmente el discurso «alternativo» y noviolento se ha quedado en estas preguntas básicas: lo que hay que defender es otra cosa, los que deben hacerlo somos toda la sociedad, las metodologías de la defensa deben ser noviolentas, … pero no ha sabido dar concreción a estos ideales y, creemos que por el peso del imaginario militarista que aún nos domina y se ha construido como una especie de paradigma global (nosotros lo llamamos paradigma «dominación-violencia»). El hecho es que a la hora de concretar la defensa alternativa volvemos a pensar en términos de «defensa territorial, bajo una óptica militarista y a proponer la defensa de «lo mismo» que defiende el militarismo, pero buscando incluir en ello la noviolencia para diferenciarnos, sin tener en cuenta que la noviolencia no puede ser incluida en líneas políticas antagónicas.
La idea de defensa militar parte de un paradigma violento que promueve la dominación y la violencia como objetivos y como metodologías y, a la postre, utiliza de la organización de la violencia y de los ejércitos como instrumentos finales de este modelo.
Una alternativa noviolenta a la defensa militar debe promover un paradigma diferente y no sólo distinto: el paradigma cooperación-noviolencia.
Uno y otro son antagónicos, como podemos ver en un cuadro que entresacamos de nuestro reciente trabajo «Política noviolenta y lucha social. Alternativa noviolenta a la defensa militar», publicado por Libros en Acción (2012):
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Paradigma violento
|
Paradigma alternativo
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Ideas fuerza |
Violencia rectora
Dominación
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Noviolencia rectora
Cooperación
|
Políticas |
Leyes
Paz social
Nuevo orden: revolución
|
Justicia
Paz global
Desaarrollo respetuoso
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Prácticas |
Vigilancia
Castigo
Represión
Guerras
Premios y ventajas
Beneficios
Educación como adoctrinamiento
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Cooperación
Promoción
Autogestión
Trabajo de base
Horizontalidad
Educación como aprendizaje liberador
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Actitudes |
Sumisión
Delegación
Representación
Pasividad
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Pensamiento crítico
Activismo inteligente
Creatividad
Utopía
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Márgenes |
Reforma
Revolución violenta
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Revolución permanente
Lucha social
|
Condiciones para una defensa popular noviolenta
Es aquí donde queremos ahora añadir algo al discurso de Pepe Beúnza, no tanto para enmendarlo, como para completar su brillante intervención y aclarar términos que, dado que partimos de una cosmovisión militarista, tal vez no han quedado claros en su exposición de la defensa popular noviolenta (DPNV).
1.- La Defensa popular noviolenta no es lo mismo que la resistencia civil. La resistencia civil puede tener lugar, y de hecho la tiene, en una concepción global de DPNV, pero no son la misma cosa.
2.- Se puede usar la resistencia civil en un contexto de defensa «militarista». De hecho los múltiples ejemplos históricos de resistencia civil (tanto los conocidos y publicitados como lso cotidianos y silenciados desde los intereses del poder) son ejemplos de resistencia que caben dentro de la táctica militar, ya sea como «recurso», «complemento» u «opción» a elegir para defender lo mismo que defiende el militarismo, pero una vez que se ve que el uso de las fuerzas de combate es inoportuno, inadecuado o ineficaz.
En cambio, la DPNV no pretende, lo dice Pepe Beúnza cuando se pregunta qué hay que defender, defender lo mismo que el militarismo.
Es importante, desde nuestro punto de vista, hacer esta aclaración porque, para la pretensión clásica de construir un Estado (por ejemplo, el catalán), aspirar a un modelo resistencia civil no es lo mismo que aspirar a un modelo de DPNV y, dado que la aspiración del antimilitrismo noviolento se enfoca más bien a conseguir lo segundo que lo primero, debemos profundizar en nuetra visión.
Resistencia civil es algo válido, en determinadas circunstancias, frente a intentos de invasión, de ocupación, de asimilación. Pero ¿que hacer frente a la violencia cultural interna, frente al machismo dominante en una sociedad dada (pongamos por caso la española, la catalana, la que se quiera), frente a la desigual distribución de renta y posibilidades, frente a la oligarquización del poder, frente a la injusticia estructural, frente al abuso de la naturaleza, frente a las relaciones de dependencia que condenan a otras sociedades a malvivir para garantizar nuestro progreso?
Es obvio que esto exige cambios y luchas de otra índole y que la resistencia civil no es, en estos casos, la defensa necesaria.
3.- La DPNV no es predicable sólo en una sociedad justa ni desarrollada. Es más, la estrategia de la DPNV no está pensada para un mundo imaginario de buenas gentes ni de ángeles, sino para ser operativa aquí y ahora, en un mundo tan contradictorio (y a veces terrible) como el nuestro.
4.- Lo mismo puede decirse de otras precondiciones que Pepe plantea, tal vez con la esperanza de cuánto podríamos avanzar si se dieran en nuestra realidad, como es el caso de una sociedad consciente y descentralizada, de una sociedad entrenada y con buenas prácticas en autodefensa, etcétera.
Todos estos requisitos, como puede verse, nos hablan de un punto de llegada, no de un punto de inicio, que es el de partir de nuestro actual mundo, donde no existe ni la suficiente descentralización, ni el entrenamiento y la preparación política y práctica, ni el empoderamiento social que serían deseables para un modelo acabado.
5.- Curiosamente, la práctica cotidiana enseña que todo ese cúmulo de prácticas noviolentas, ya sea las de resistencia civil y lucha social, ya las de abordaje alternativo de los conflictos, ya las de trabajo en la construcción de una sociedad desde otros valores y otras prioridades, no son algo que tendrá que aparecer en el futuro, sino que ya se están dando, día a día, en múltiples luchas sociales.
Miles de personas, miles de colectividades, miles de experiencias históricas, demuestan que la defensa «social» de «otras cosas» diferentes al militarismo, ya tiene lugar aquí. Ya se practica. No hay que construirla porque ya está entre nosotros a pesar de las fallas y fragilidades de conocimientos, de preparación, de recursos y un sinfín de otras condiciones deseables.
6.- La DPNV se plantea como un horizonte alternativo pero que necesita crearse, desarrollarse, gradualmente y en la historia, partiendo de lo que tenemos, pero transitando hacia otra cosa.
La idea de proceso lento de cambio de paradigma y de sustitución radical del modelo de defensa militar por otra defensa, tiene a su vez mucho que ver con la aspiración hacia cambios globales de nuestra sociedad en otras dimensiones fuera de la militar.
Desde la DPNV se habla de transarme para referirnos a este proceso gradual de quitar poder al modelo militar y empoderar en paralelo (no después) el modelo desmilitarizado de defensa social.
El transarme es, por ello, un tema de agenda y una Propuesta política de la DPNV que va más allá del desarme (seguramente quitando las armas no quitaríamos el militrismo si no variamos los valores violentos y de dominación vigentes) y que preconiza el ir generando estrategias de cambios (transarmes) en lo institucional, en lo social, en lo cultural, en lo ecnómico, etc. para ir desimilitarizando.
7.- La DPNV, como modelo de defensa alternativo, preconiza la desmilitarización de la defensa y propone doctrinas de lucha social noviolentas como por ejemplo la educación para la paz, la desobediencia civil, el transarme, el trabajo horizontal y de base en orgnizaciones emancipadoras y de lucha por los derechos, y la construcción de agendas de seguridad humana.
8.- Para el antimilitarismo y las propuestas noviolentas esta idea de alternativa de defensa conlleva tareas y responsabilidades:
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Quitar poder a la |
Crear alternativa en paralelo |
Escenarios del concepto de defensa |
Violencia directaviolencia estructural
violencia cultural
violencia sinérgica |
En la lucha por los derechos.En lo económico.
En el comercio internacional.
En la salud
En la educación
En la perspectiva de género
En la ecología
En la lucha por la paz
En las relaciones internacionales
etc. |
Trabajo y análisis del movimiento antimilitarista |
Reflexiones sobre la propia práctica y elaboración teórica de un nuevo modelo de defensa basado en éstaAnálisis de coyuntura y oportunidades para elaborar una propuesta de transarme y lanzarla a la sociedad |
Definir escenarios a abordarIdentificar actores de estos
Analizar los acontecimientos relevantes desde el punto de vista político
Definir prioridades estratégicas
Marcarnos objetivos a corto, medio y largo plazo
Diseñar campañas coherentes |
9.- Si en Cataluña se aspira a una emancipación política por medio de la noviolencia, sería paradójico que más adelante se aspirara a construir una defensa de esa sociedad con mecanismos y aspiraciones que son los de mantener el status quo y las violencias internas de la sociedad catalana (como de cualquier otra sociedad).
Tal vez ahora se abre para el antimilitarismo catalán la ingente tarea de participar en la propuesta de otra defensa, de la defensa de otras cosas, de la desmilitarización de la defensa de esa Cataluña que aspira a autodeterminarse y no a ser otro estado militarista más en el rosario de estados que nos sojuzgan.
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