Estudio sobre las guerras civiles en África.

24 de octubre de 2011

Belgique+-+Waterloo+2010+-+Album+2Fuente:  Paul Collier en Fuhem.

Sobre las guerras civiles:

Son alucinantes los cálculos y estudios que se hacen sobre la guerra.  Aquí os dejamos un ejemplo alucinante:

«El coste de la guerra civil típica es alrededor de tres veces el PIB anual del país, por lo que en un país africano típico, de ingresos bajos, con un PIB de entre 10.000 y 20.000 millones de dólares, evitar la guerra vale entre 30.000 y 60.000 millones de dólares. Los golpes de Estado tienen un coste inferior.  El golpe de Estado típico cuesta alrededor del 7% del PIB anual, es decir, del orden de 1.000 millones de dólares. Sin embargo, los golpes de Estado pueden llegar a encarecerse mucho puesto que aumentan el riesgo de guerra civil: la guerra civil y la partición actuales de Costa de Marfil son consecuencia de un golpe de Estado».

También dan un poco de escalofrío la siguiente aportación:  «Junto con Anke Hoeffler, he estudiado las causas de estas guerras civiles y golpes de Estado y qué se puede hacer para reducir su incidencia desde una perspectiva estadística«.  ¿Sólo una perspectiva estadística, no tiene nada que ver con la ética, con la justicia?

Sobre las causas de las guerras civiles, señala:  «cuanto mayor es la dependencia del país de la exportación de materias primas, mayor es el riesgo de conflicto. El riesgo derivado de las materias primas podría surgir a través de tres mecanismos diferentes que reflejan, respectivamente, la codicia, el agravio y la oportunidad».

«La ruta de la codicia que lleva desde las exportaciones de materias primas al riesgo de conflicto es evidente: este comercio hace más valiosa la toma del Estado.  En los países en los que estas exportaciones son importantes, incluso si una rebelión comienza como algo idealista, el proceso de reclutamiento de los rebeldes la llevará gradualmente hacia la codicia. Será desproporcionadamente elevado el número de voluntarios que tendrán motivaciones negativas y los dirigentes rebeldes no podrán evitarlos. La erosión gradual del grupo rebelde colombiano FARC y su transformación de un movimiento de protesta rural en una baronía de la droga es un ejemplo de este tipo de proceso«.

«La ruta del agravio que lleva de las exportaciones de materias primas al  riesgo se debe al mayor distanciamiento entre los gobiernos y sus ciudadanos: las rentas derivadas de los recursos reducen la necesidad de los gobiernos de recaudar impuestos a los ciudadanos, y es la recaudación de impuestos lo que, en general, hace que los ciudadanos pidan cuentas al gobierno. Globalmente, la riqueza de recursos reduce de forma significativa la medida en que los gobiernos están sometidos a controles y contrapesos«.
«La ruta de la oportunidad que lleva de las exportaciones de materias primas al riesgo se debe a la financiación que los grupos rebeldes pueden obtener durante el conflicto. La rebelión es costosa, y la depredación del comercio de materias primas puede ayudar a mantenerla«.

Nos ofrece algunas propuestas de trabajo:  «Aumentar la rendición de cuentas de los gobiernos respecto de sus ingresos derivados de la exportación de materias primas, como intenta hacer la Iniciativa para la Transparencia de las Industrias Extractivas, no sólo reduciría los motivos de agravio legítimos, sino también el incentivo para quienes tienen otros motivos para hacerse con el Estado. Hacer un seguimiento del comercio de materias primas, como trata de hacer el Proceso Kimberley, hace más difícil el sostenimiento de los grupos rebeldes«.

Por otro lado, da la razón a la teoría de la espiral de violencia que generan las guerras:  «una vez que un país ha sufrido una guerra civil, aumenta drásticamente el riesgo de que haya más conflictos, riesgo que se reduce de forma gradual si se mantiene la paz«.

Sobre el papel del gasto militar:

«En respuesta al elevado riesgo de guerra civil, los gobiernos africanos aumentan sus gastos militares. Este gasto es especialmente alto en las situaciones posconflicto, en parte porque es muy grande el riesgo de que se produzcan más conflictos, pero también debido a la inercia de un gasto elevado herencia de la guerra. Los gastos militares en África aumentan también por la emulación y la rivalidad entre vecinos, y por la ayuda: en torno al 11% de la ayuda al desarrollo se filtra inadvertidamente a gastos militares, de tal forma que en África, alrededor del 40% de estos gastos está financiado por la ayuda«.  Es decir, una buena parte de los culpables de las continuas guerras en África están situados en Europa y USA.

«En el contexto de una situación posconflicto se encuentran resultados netamente distintos: el gasto militar del gobierno es significativamente contraproducente, pues aumenta el riesgo de que haya más conflictos. ¿Por qué el gasto militar es tan claramente negativo precisamente en el contexto en el que es más probable la guerra civil? Una posibilidad es que las decisiones adoptadas por un gobierno posconflicto indican inadvertidamente al resto de la sociedad sus intenciones más probables. Un gasto militar elevado indica inevitablemente la intención de reprimir la disidencia en caso necesario. A su vez, esto refuerza las voces contrarias a la paz. El efecto negativo del gasto militar sugiere que normalmente debería reducirse radicalmente en las situaciones posconflicto. Un ejemplo en el que esto ha funcionado muy bien en África es Mozambique«.

Por otro lado, el autor se pregunta si hay alguna forma alternativa de reducir el peligro de conflicto y responde que:  «Hallamos que una forma fiable de reducir los riesgos es el crecimiento económico».  Aquí disentimos parcialmente.  Pensamos que no cualquier tipo de crecimiento va a ser válido para reducir los riesgos de estallido de nuevos conflictos.  Abogamos por un crecimiento económico sostenible, basado en cubrir las necesidades de los Objetivos del Milenio y en el desarrollo de la Seguridad Humana.  Cualquier otra forma va a provocar modelos de desarrollo que van a propiciar la desigualdad y la injusticia social, con lo cual se genera el germen de nuevos conflictos.

Pero, …  Al final Collier nos defrauda porque, aunque basándose en datos, afirma que la presencia de tropas extranjeras coloniales baja a la mitad el riesgo de guerras en los países africanos.  Lógico, la militarización postcolonial baja la probabilidad de guerras a corto plazo, pero impide el completo desarrollo político, económico y social de las naciones y, además, provoca graves injusticias que no estallan por miedo a la ocupación de potencias extranjeras, pero que se van incubando y cuando surgen lo hacen de forma más sanguinaria y prolongada.

En el colmo del cinismo, Collier utiliza un giro para denominar a estas fuerzas neocoloniales (garantías militares) y afirma que ellas provocan que baje el gasto militar de los gobiernos.  Efectivamente, baja su gasto militar, pero aumenta su dependencia económica, política y social, es decir, se aumentan las bases para una nueva guerra.  ¿Aboga, por lo tanto, Collier por un nuevo neocolonialismo, quiere disfrazar las intervenciones o invasiones europeas como bondadosas para con los países africanos?

El problema es que el estudio de Collier parte del paradigma habitual en el que domina la violencia y no lo sabe abandonar en ningún momento para basarse en el paradigma noviolento que promueve el desarrollo sostenible y la seguridad humana.